Saber para fluir
Todos, o casi todos, después de los cuarenta sabemos lo que tenemos que saber, mucho más en esta época en que los temas emocionales son el pan de cada día y que los problemas humanos se hablan en la tele, diarios, revistas, reuniones de amigos, terapias, etc., etc., etc. Hoy en día todos somos un poco psicólogos y ya sea en primera o en tercera persona sabemos de los avatares de la vida. Pero, como siempre, una cosa es saber como sinónimo de estar enterado y otra muy distinta es que ese saber haya penetrado en el alma. El saber sirve, sí y sólo sí, nos permite fluir. Para poder fluir es indispensable saber. Para mí, el verdadero problema es que no sabemos de la forma en que hay que saber. Ese no es un problema de fácil solución, porque si lo fuera el mundo sería de otra manera. Sé que una de las formas en que el saber se hace carne es a través de la experiencia propia, lo malo es que no siempre las experiencias pueden superarse. Cuando el saber es sólo conocimiento, traerlo a la mente