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Mostrando entradas de mayo, 2016

Saber para fluir

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Todos, o casi todos, después de los cuarenta sabemos lo que tenemos que saber, mucho más en esta época en que los temas emocionales son el pan de cada día y que los problemas humanos se hablan en la tele, diarios, revistas, reuniones de amigos, terapias, etc., etc., etc. Hoy en día todos somos un poco psicólogos y ya sea en primera o en tercera persona sabemos de los avatares de la vida. Pero, como siempre, una cosa es saber como sinónimo de estar enterado y otra muy distinta es que ese saber haya penetrado en el alma. El saber sirve, sí y sólo sí, nos permite fluir. Para poder fluir es indispensable saber. Para mí, el verdadero problema es que no sabemos de la forma en que hay que saber. Ese no es un problema de fácil solución, porque si lo fuera el mundo sería de otra manera. Sé que una de las formas en que el saber se hace carne es a través de la experiencia propia, lo malo es que no siempre las experiencias pueden superarse. Cuando el saber es sólo conocimiento, traerlo a la mente

Nada es para siempre

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Mónica estaba obsesionada con saber si seguiríamos juntos. Creo que esa necesidad jugó en contra de la relación. Nunca nadie sabe qué pasará mañana. El único amor seguro es el de la madre, ni siquiera el del padre. También el de los perros, pero es otro tipo de amor. La pareja es una sociedad, lo cual no inhabilita que haya parejas que se aman. Yo agregaría que es fundamentalmente una sociedad de bienestar, por eso cuando alguno de los miembros -o los dos- cree que estará mejor fuera de la pareja, la sociedad se desintegra. En las sociedades comerciales está lo que se denomina el affectio societatis. La sociedad conyugal también parece funcionar con él, aunque queda mejor decir amor. Hoy Eva me dijo que le había advertido claramente a su ex que si le sucedía algo a su salud como producto de algún exceso, ella no lo cuidaría. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar . Conmigo también fue igual de franca. Nadie puede culpar a Eva de falta de sinceridad, pero tal

Fantasía y realidad

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La casa era sencilla, apenas una habitación cuadrada, un baño con azulejos celestes y una cocina de buenas proporciones, pero la construcción era impecable. Don Carmelo le había puesto amor de hijo a esa casita que tanto ilusionó a mi abuela. La casa más cercana estaba a unos cien metros y entre ambas construcciones sólo yuyos y espinillos. Frente al ventanal de la habitación se erigían las Gemelas, dos montañas unidas como hermanas y vestidas de un verde perenne, a su izquierda el mítico Uritorco, más alto y serio que sus vecinas. Mientras los mayores ponían en su lugar las cosas que atiborraban las valijas yo me dirigí hacia el boulevard que construyeron antes del loteo y que ya presentía su decadencia. No te vayas lejos Pablito. No mami. El sol de otoño calentaba justo lo suficiente mi pulóver azul oscuro y el aire fresco perfumaba el ambiente con el aroma de las hierbas cordobesas. Todo era perfecto. Estaba tan contento que sentía ganas de llorar. Comencé a caminar hacia una tranqu

Conociendo a Eva

Salvo honrosas excepciones, la primer respuesta de Eva es "no" y la primer reacción es enfadarse. ¿Por qué se enfada? Porque es así su carácter, no obstante siempre encuentra algún motivo, aunque sea un motivo mínimo con que justificar su reacción. Pero ella dice que no se enfada. Bueno, no será enfado, será molestia u otra cosa, pero el hecho es que se pone malita. Hoy, en un rato, se molestó por dos motivos:  porque le sugerí algunas cosas que podía hacer para no aburrirse y  porque le propuse que hagamos unos pollos a la parrilla el fin de semana. Según dice, ella no se aburre y por lo tanto supongo se molestó porque sintió que yo suponía que se aburría. Respecto a los pollos, aunque le aseguré que no irá nadie a la terraza y que avisaría con tiempo a las chicas para que sepan, ella dice que igualmente alguien podría venir. ¿Cómo sabe eso? No sé ¿Ella sabe más que yo sobre ese tema? Se ve que sí.

Retrospectiva

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Guillermo está muy próximo a jubilarse, lo mismo que José M. Me pregunto cómo verán retrospectivamente esas luchas y malasangres inútiles. Más que nada José M., porque sé que no siempre se manejó en forma leal. Supongo que en su momento habrá encontrado sentido al intento de crecer jerárquicamente, pero ahora, a la luz de la realidad, es posible que pueda reconocer lo infructuoso de aquellas “agachadas”. En ese sentido yo no me arrepiento de mi forma de actuar. Es posible que de haber sido de otra forma hoy estaría mejor posicionado, pero vuelvo a decir que estoy conforme con mi forma. Creo que me ajusté a mis posibilidades, tanto profesionales como emocionales. Siempre fui muy consciente de mis modestas aptitudes técnicas y también siempre supe que los enfrentamientos no van conmigo. En su momento acuñé la frase “no cambio tranquilidad por dinero” y puedo decir que cumplí a rajatabla con esa premisa. Puedo reprocharme no haber puesto más neuronas en pos de algún desarrollo particular,