El viaje (1)
Nuevamente son once días, pero todo es diferente. Tengo mucha ilusión de conocer a la familia de Eva, y que me conozcan. Yo sé que se van a quedar más tranquilos cuando me hayan visto. Podré gustarles más o gustarles menos, pero parte de la incertidumbre habrá desaparecido tras la primera conversación. Estoy comenzando a ser libre. A sentirme libre, debería decir. Sólo es aceptar que no a todo el mundo le gustará lo que hago y saber internamente que puedo lidiar con sus reacciones. Quizá lo más importante sea sentir que tengo derecho a vivir. Es una sensación rara, más no desconocida. Siento vértigo, como si estuviese por tirarme en paracaídas, y siento mucha alegría. Imagino lo ojitos de Eva. ¡Qué ansiedad! Faltan pocos días. Algo más de treinta y uno, pero no voy a contarlos. Eva me irá a buscar a la bajada del tren, o del avión. La imagino con sus leggins y sus botas con tacones. Debajo un tanga pequeño. El primer día lo pasaremos en un hotel en Barcelona. Lo primero que haré será t